Al egresar de la escuela en la cual me estoy formando, he
decido y visualizado comprometerme a tratar de ser una docente en todos los
sentidos, no solo ser la maestra de un horario establecido por la institución ,
sino todo el día ser la maestra, aquella que se preocupa por el bienestar de
sus alumnos, aquel que se interesa en sus vidas y en los problemas que la
pueden afectar, no solo ver 30 nombres vacíos en una lista de asistencia, y, no
saber absolutamente nada de nuestros alumnos.
Quiero ver en la cara de mis alumnos, que realmente les
gusta la manera en como llevo las clases, no ver caritas de enfado y gestos de
desaliento en su actitud, quiero llegar y que mis alumnos se alegren por verme,
me den los buenos días con entusiasmo y siempre estén dispuestos a iniciar un
nuevo día de clases. Dentro de lo académico, me comprometo a innovar mis
clases, no caer en esa monotonía que muchos maestros y maestras caen, tal vez
por los años de servicio que llevan laborando y tal vez ese lado apático les
llega, porque al conocer tanto los contenidos que se impartirán prefieren solo
dar el tema y que los alumnos traten de entenderlo.
Además quiero siempre tener ese entusiasmo para dar mis
clases, poner dinámicas, llevar material didáctico que apoye mis clases y sobre
todo siempre estar dispuesta a lo que mis alumnos me pueden enseñar, porque el
hecho de que, tengas tantos años de experiencia en la docencia, puedes llegar a
creer que no se puede aprender algo nuevo, pues esto no es así, porque todos
los días se aprende algo nuevo, y unos niños tan pequeños te lo pueden enseñar,
su inocencia y su ternura te llenan de grandes alegrías y la manera en cómo se
dirigen a ti, te llena de satisfacciones.
Por tanto no quiero caer en esos estereotipos de muchos
de los maestros con los cuales estuve, quiero dejar huella en mis alumnos y que
siempre me recuerden de una manera positiva.
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